jueves, 21 de febrero de 2013

El paraíso perdido

El paraíso perdido está considerada como una de las tres grandes obras épicas de la literatura inglesa, un hecho bastante insólito si tenemos en cuenta que su autor, John Milton, la concibió estando ya ciego.

En una época en la que todo entretenimiento estaba casi prohibido, la única temática considerada digna para ser escrita y por consiguiente, publicada, era la religiosa. El propósito aparente de esta obra era intentar acercar a los creyentes las razones por las que Dios permite el sufrimiento al ser humano. De este modo, la obra se centra en la rebelión de los ángeles caídos y la desobediencia de Adán y Eva.

El Demonio, siendo consciente del terrible destino que le espera decide tomar venganza de Dios seduciendo a su nueva obra, el ser humano, para demostrar su superioridad para con una Creación Divina. Resulta fascinante poder entrar dentro de la psique de un personaje tan complicado y perverso como el Demonio, y más aún lo es darse cuenta de cuán parecido nos lo muestra Milton a nuestra propia naturaleza humana. Sin embargo, al hablar de los ángeles y de Dios y su Hijo, estos se nos hacen tan lejanos e inalcanzables, completamente distintos a nosotros, que nos resulta imposible comprenderlos.


Quizá esa sea la clave que nos da para entender por qué el Hombre sucumbió a la tentación: Un ser al que comprendemos nos puede seducir con más facilidad, pues entiende nuestras necesidades y deseos de un modo que una criatura pura y elevada no puede hacer. A pesar de que Adán ya ha sido advertido por el ángel y Eva, que ya ha probado el fruto prohibido, es consciente de su desobediencia y del mal que causará, ni él duda en aceptar la manzana ni ella en ofrecérsela, temerosos ambos de ser separados.

El estilo de Milton resulta en exceso complicado. La obra original está escrita en verso blanco, sin rima, pero no es el problema que se nos presenta: la verdadera razón para su complejidad es su oscura sintaxis, que rompe con todas las reglas de la gramática inglesa, por no hablar de las múltiples referencias a diferentes personajes mitológicos y concepciones de la religión hoy poco conocidas.

Al margen de las numerosas críticas sobre la misoginia latente en la obra, dejando ver a la mujer como la culpable de los males y desgracias del mundo, siendo ella la causa principal de la caída del ser humano, yo prefiero quedarme con el hecho de que en efecto, es necesario que venga el mismo Demonio para poder convencer a una mujer para desobedecer a Dios, y sin embargo, basta una mujer para que el hombre rechace la gracia divina.


Como curiosidad, John Milton escribió más tarde El paraíso recobrado, sobre el modo en el que el sacrificio del Hijo nos ayudó a ganar de nuevo el derecho a la vida eterna al lado de Dios.

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