martes, 8 de marzo de 2016

Lavinia

Y es que Eneas estaba cachitas.
Escultura de Bernini
Eneas es, sin lugar a dudas, uno de los héroes más célebres de las antiguas Grecia y Roma. Hijo de una diosa y un príncipe troyano, tuvo uno de los papeles más destacados durante la lucha contra los aqueos y, tras la caída de la ciudad, consiguió escapar con su padre e hijo, comenzando así una serie de aventuras y peregrinajes, narrados por Virgilio en La Eneida, que lo llevarían finalmente al Lacio, donde fue rey de una estirpe que alcanzaría a Romúlo y Remo, fundadores de Roma.

Son muchos los personajes memorables y de gran peso en La Eneida, empezando por el mencionado Eneas y siguiendo con Dido, reina de Cartago, pasando por su rival Turno, Latino, o los héroes de Troya.

Ursula K LeGuin, afamada autora de fantasía (Historias de Terramar) y ciencia ficción (saga Ekumen), da sin embargo voz a un personaje que en la obra de Virgilio no pronunció palabra, Lavinia, hija del rey Latino. Nombrada tan solo 11 veces en un libro tan extenso como La Eneida, Lavinia debería considerarse un personaje menor, una mera figura decorativa. Sin embargo, como es más que sabido, se convertirá en la esposa de Eneas, gracias a lo cual el troyano se convierte en rey del Lacio y padre del pueblo romano. La madre de Roma debería tener algo que decir. Esta es la base de la que LeGuin parte.

Narrada en primera persona, aunque de forma no estrictamente cronológica, la propia Lavinia narra los momentos más importantes de su vida, partiendo desde su infancia. Me ha gustado especialmente el retrato de la vida diaria en la Italia prerromana, con sus dioses aún por "grecalizarse", así como los deberes que debían atender los gobernantes, bastante diferentes a la figura que hoy entendemos por miembro de la realeza, ya que Lavinia aparece recogiendo sal en las salinas, tejiendo la ropa de la familia, o asistiendo a su padre en sacrificios.


Eneas ante Dido.
A alguien más especializado le podrían parecer algo pobres las costumbres "italianas", pero para un lector que como yo solo busca distraerse con un historia buena y coherente es más que suficiente. LeGuin sabe bien dónde se mete y toca solo los puntos donde se siente más cómoda y la complicada documentación se lo permite, evitando enredarse en asuntos que escapan a su dominio.

Aunque reconoce haberse tomado ciertas libertades con respecto al marco histórico, no suponen elementos discordantes, sino que se integran bien en la trama, por no decir que en muchos casos son para no romper en exceso con el imaginario colectivo.

Cabe mencionar que, a pesar de que no aparecen los dioses, sí que aparecen algunas apariciones sobrenaturales, como la del propio Virgilio, que en su lecho de muerte puede no solo acercarse al Hades, sino penetrar en su propia obra magna.


Dante y Virgilio en el Infierno, de Bouguereux

Bien hilado con el poema épico, rescata gran parte de los sucesos que acontecen a Eneas desde que llegó a la península itálica, sin contradecirse y respetando la obra del poeta. En palabras de LeGuin, su Lavinia es "un acto de gratitud hacia el poeta, una ofrenda amorosa" a quien tanto le hizo disfrutar.

Se da bastante por sabido. Personajes y acontecimientos de La Eneida se tratan de forma familiar. Puede despistar a quienes no estén familiarizados con el poema de Virgilio y la mitología clásica. Aunque realmente no es muy complicado de seguir más allá de algún despiste puntual, sí que es cierto que los aficionados al mundo clásico lo disfrutaran más que aquellos que no estén familiarizados con él. Es más para los ya iniciados que para iniciar.

Tampoco es que sea una novela redonda. Para mi gusto se insiste demasiado en la fortaleza y valía de Lavinia, mujer en un mundo de hombres. Me explico. El personaje de Lavinia está bien construido y efectivamente es fuerte y valerosa, pero personalmente disfruto más cuando esto se demuestra con acciones que cuando detiene la narración para recordar que está en desventaja y sus ideas no se tendrán en cuenta por ser mujer.


También me resulta demasiado conveniente el amor tan ideal que se profesan Lavinia y su marido, teniendo en cuenta que se casaron sin conocerse, por orden de un oráculo, y apenas convivieron juntos después de la boda. Como también es demasiado conveniente que Ascanio no de pie con bola, mientras que Silvio sea un digno hijo de su padre.

Lavinia es un libro que, a pesar de no ser el mejor de esta gran autora, he disfrutado mucho. Da un poco de miedo hincarle el diente a una novela de corte histórico cuando la autora es famosa por sus numerosas obras de carácter fantástico, pero LeGuin es una escritora excelente que no solo nos deleita con su forma de narrar, sino que gracias a su gran cultura y talento puede explorar temas diversos, además de ser sensata y saber cuáles son sus limitaciones.

Como aficionada a la mitología clásica y feminista convencida (parece mentira que a estas alturas esto tenga que decirse), no puedo sino recomendarla a cualquiera que comparta esta afición y esta idea.

2 comentarios:

  1. No conozco Lavinia, pero sí leí hace bastante tiempo la tetralogía de Terramar, que me fascinó... Tomando como protagonista a un personaje de "poco relieve", la novelista perseguía seguramente tener "las manos libres", una precaución inteligente. Un saludo,
    Manuel

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