jueves, 14 de enero de 2016

Moby Dick

Moby Dick. Esa historia que a todo el mundo le apasiona… hasta que tiene que leer la novela original. Como para no tenerle respeto a semejante tocho de 1000 páginas, de las cuales unas 500 son una enciclopedia de cetáceos y barcos. Literalmente.

Ese libro que llevó a la ruina y a la depresión a su escritor, Herman Melville, dado el escaso éxito de ventas que tuvo durante su vida. De hecho, no fue hasta años más tarde, con el auge del estilo modernista, cuando finalmente se reconoció su gran valor literario. Y es que Melville fue un incomprendido adelantado a su época,  un hombre del que se podría llegar a decir que sobrepasó a su mentor, el mismísimo

El argumento es de los más conocidos de la literatura. Basado en la historia real del cachalote Mocha Dick, narra las aventuras de un barco ballenero a la caza de Moby Dick, la famosa ballena blanca, por venganza y obsesión del capitán Ahab, al que le había arrancado una pierna...

Aunque es mundialmente
conocida  como
Moby Dick,
el título original era La ballena
Este barco, el Peaquod, reúne a la más variopinta tripulación, que no solo representa todas las razas y etnias posibles, sino que muestra también las religiones más destacadas, así como actitudes de lo más diversas, siendo un microcosmos de un macrocosmos. Es decir, una representación del mundo entero en el barco. Por ejemplo, Starbuck, el primero de abordo, es cuáquero, y podría decirse que representa el sentido común de Ahab; mientras que Tashtego, el intelectual,  encarna el “buen salvaje”. Por su parte, Queequeg es una curiosa mezcolanza de africano, polinesio, cristiano, musulmán y nativo americano. Es tan interesante como enriquecedor ver a  personas tan distintas pasearse por la cubierta del ballenero, a la vez que dan sus particulares visiones de la vida.

Siguiendo con Queequeg, un tema muy controvertido en aquel entonces (hablamos de 1851) es la relación afectiva que se intuye de este personaje con su mejor amigo, Ismael, el narrador de la historia. Sobre todo se adivina en el capítulo en el que trabajan juntos, llenos de esperma de ballena (o espermaceti, una sustancia muy preciada que se encuentra en el cráneo de los cachalotes... el juego de palabras está servido) haciendo un trabajo manual, con mucho contacto entre ambos. Hay que reconocerle a Melville gran valentía por tocar un tema que no se trataba en occidente desde prácticamente la época clásica, especialmente si tenemos en cuenta que, como su maestro, vivía en una sociedad puritana.

Por otra parte, la caza de la ballena blanca está contada como una obra épica clásica, con la
exaltación de sus héroes. Sin embargo, lo que hace Melville con su héroe, Ahab, y su trágico final no es más que una burla a todo este género, haciendo ver que este héroe griego no es más que un humano que tiene que asumir las consecuencias de su sed de venganza. Llevado por su locura y monomanía, condena a todos a todos los que lo acompañan en su aventura, haciendo de esto una tragedia, esta vez, sin héroes.

Otra característica innovadora de la obra es la introducción de elementos propios del teatro. A veces incluso aparecen acotaciones, con lo que puede apreciarse la característica descriptiva del drama. Además de todos los guiños literarios que se hacen a las obras dramáticas de Shakespeare.

Una característica propia del modernismo, al que Meville se adelantó por décadas, es el de introducir fragmentos que no tienen nada que ver con la historia y rompan con la narración. Como ya hemos dicho, en este caso se introduce lo que hemos llamado “enciclopedia de barcos y cetáceos”, donde Meville nos muestra su amplia cultura marítima, si bien puede suponer un buen dolor de cabeza al lector, ya no es parte del hilo argumental ni nada por el estilo, solo un compendio de definiciones y muestras de los elementos mencionados. Pero de eso se trata: de romper los esquemas y sorprender con algo que, aunque relacionado temáticamente, no debería tener cabida en una novela convencional.


No es libro que guste como lectura, es pesado, aburrido. Sin embargo, reconozco su gran valor literario y su importancia. Desde luego es un imprescindible para quienes estudian literatura (y no hablo de futuros filólogos, los estudiantes por afición también deben echarle un ojo)  y que sea muy selecta a hora de elegir libro, que quiera ponerse a prueba con algo realmente complejo. Si lo que se pretende es pasar un rato entretenido, se pueden, aunque nunca es lo más recomendable, leer únicamente las partes narrativas y saltarse las más enciclopédicas. 

¿Estáis preparados para embarcaros a la aventura contra la temible ballena blanca?

2 comentarios:

  1. ¡Bienvenida de nuevo! Esperemos que esta sea la primera de muchas más reviews :)

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  2. ¡Moby Dick! La ballena maldita... la verdad es que es un libro que me gustó mucho más por el significado que iba sacando de él que por la historia en sí misma, la verdad. Es cierto que la narración de la historia puede resultar bastante pesada por todo lo que has dicho, pero siempre he pensado que este tipo de libros tienen valor más allá de eso.
    Saludos y me alegra verte colaborando con nosotras.

    ResponderEliminar

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