Una novela de terror. Si yo os pidiera que mencionarais una novela de terror lo más seguro es que la primera que se os viniera a la cabeza fuera Drácula de Bram Stoker. Y no en vano: se trata de un clásico entre clásicos que ya reseñamos aquí por tratarse de uno de los grandes favoritos de todos aquellos que lo han leído.
No vamos a empezar este especial con el tema de los vampiros que tan en boga está en los últimos años... pero casi. Este especial del Mes del Terror comenzará con un relato del mismo autor, o mejor dicho, un fragmento del mismo. La obra completa se llama La joya de las siete estrellas. A algunos les sonará porque está considerada como la segunda mejor obra de Stoker. Esta vez, en lugar de un vampiro nos encontramos con otro ser igualmente clásico y aterrador, otra figura que es incapaz de descansar eternamente: la momia.

La dificultad de manejar este arquetipo reside precisamente ahí, en la dificultad para justificar el ataque de la misma. Y sin embargo, Bram Stoker utiliza esa dificultad para envolver todo su relato con una sombra de misterio y duda que no nos abandona en ningún momento.
Un arqueólogo llamado Abel Trelawny se reúne en su casa con su hija Margaret, el prometido de la chica, Malcolm, y un par de hombres más. El objetivo es sencillo en apariencia y complicado en forma: a través de una mezcla de esoterismo y ciencia, principalmente utilizando la luz eléctrica, pretende reanimar el cuerpo de una faraona egipcia, la reina Tera, que guarda celosamente en su mansión. Poco a poco, la tensión de las preparaciones, los malos augurios y los cambios de humor que se suceden entre los protagonistas contribuyen a crear una atmósfera agobiante.
Tanto es así, que el final fue censurado. Tal como lo leéis: el final, catastrófico como poco, fue eliminado y se obligó al autor a reescribir un final no ya edulcorado, sino completamente contrario a lo que había concebido en un principio. Un final feliz.

Uno cree saber por dónde van a ir los tiros cuando se descubre el extremo parecido entre Tera y Margaret, pero nada más lejos de la realidad. Y sin embargo, quiero hacer notar el hecho de que Bram Stoker, al contrario que la mayoría de sus contemporáneos, hizo aquí lo mismo que en Drácula: reivindicar la inteligencia y la independencia de las mujeres, algo que empezaba a despuntar en su época pero que aún no estaba completamente aceptado.
Cuando todo termina, a pesar de haber estado contando las páginas, tienes la sensación de que necesitas más. Necesitas más explicaciones. Te sientes como el protagonista de la obra, el pobre Malcolm, que no entiende nada y a la vez, no necesita más para saber lo que ha ocurrido. Y como él, lo único que te queda, es pasar página y tratar de olvidar algo que, de todos modos, no dejará de darte vueltas en la cabeza.
Por Anubis. Me compré ese libro en mi afán de tener más libros de los que podré leer jamás y ahora está en casa de mis padres, en el cálido y abrasador sur de España que casi, casi podría ser Egipto xD
ResponderEliminarY ahora lo necesito para leer al menos este relato, porque me han entrado unas ganas tremendas de leerlo. Este y los que hagan falta del autor. si tu dices que son equiparables a Dracula, yo me lo creo y lo exijo en mi mano ahora.
Por favor, léelo. Necesito urgentemente que alguien venga y me diga que de verdad siente el mismo desasosiego que yo. Es de esas historias que quieres coger a alguien del brazo y preguntar: ¿tú también, a que sí?
EliminarYa sabes cómo es Stoker: tiene ese ritmo pausado que a mucha gente le resulta aburrido por la falta de acción pero aquí puedes sentir, quizá aún más que en Drácula, por desarrollarse todo en un mismo lugar sin persecuciones de ningún tipo, cómo la no-acción solo va aumentando la tensión en lugar de disminuirla. No he leído a un autor capaz de hacer lo mismo hasta ahora.
Contestada me hallo.
Eliminar