miércoles, 9 de febrero de 2011

Drácula

Desde pequeña no solo he sido una gran aficionada a los mitos y criaturas fantásticas, sino también a las historias de terror y al mundo gótico. Sin embargo, mis en ocasiones excesivamente protectores  padres no me no me permitían leer los libros de terror ni ver las películas de miedo que tanto me llamaban la atención.  Afortunadamente tenía a mi abuelo, con quien pasaba muchas tardes, quien me contaba las historias más terroríficas que conocía. Gracias a él me aprendí de memoria la filmografía de la Hammer. Y de entre todas las criaturas de las que me hablaba mi favorita era el vampiro.

Por eso hoy hablaré sobre la obra más famosa de Bram Stoker: Drácula.

Sir Christopher Lee caracterizado como el conde Drácula

Jonathan Harker, joven notario inglés, se encuentra en Transilvania para concluir la compra de una vivienda en Londres por parte de un misterioso personaje: el conde Drácula. Pronto Jonathan se encontrará preso en el castillo de su anfitrión, quien no come ni se refleja en los espejos y a quien nunca a ha visto a la luz del día. En Inglaterra, la joven Mina Murray, ocupada en atender a su buena y enfermiza amiga Lucy Westenra, comienza a impacientarse por la tardanza de su amado Jonathan.  

La novela está escrita de forma epistolar, con fragmentos supuestamente extraídos de los diarios de los héroes de nuestra historia, telegramas, cartas y recortes de periódicos que ellos mismos han ido recopilando, lo que ayuda a dar credibilidad al relato. También resulta muy dramática, con diversos elementos inspirados en las obras teatrales, tal y como se observa en los monólogos de los personajes o en sus actitudes, como en el recibimiento de Jonathan por parte del conde o en las veces en las que se ensalza la figura de Mina, con los hombres besándole  las manos.

Stoker no inventó el concepto de vampiro. Esta criatura existe desde el principio de los tiempos (ya en el antiguo Egipto y Mesopotamia se hacían referencias a seres que podrían considerarse antecesores de los vampiros) y a lo largo de todo el mundo, desde Europa hasta el Extremo Oriente, además de en las culturas indoamericanas. Pero con esta novela, recopiló y unificó diversas supersticiones y creencias, realzando los matices del vampirismo y asentando firmemente las bases de la literatura vampírica.

Muchos han visto en Lilith, primera esposa de Adán, 
a la primera vampiresa de la historia. 

Si algo tienen de fascinantes los vampiros es que sintetizan perfectamente todo lo que es el miedo: Miedo a perder la consciencia, a estar sometidos a otros, a la locura, la enfermedad, lo desconocido, el abandono, la oscuridad, los animales, la infidelidad…

El Drácula de Stoker encarna todos estos miedos, todos ellos condensados en un único y maquiavélico personaje, que se nos presenta como un diablo disfrazado de Dios, que ofrece más de lo que da y menos de lo que cobra, cruel e infantil, que disfruta haciendo daño y jugando con la vida de los seres humanos.

El contrapunto son los heroicos caza-vampiros, liderados por el sabio doctor Van Helsing, y de entre quienes destaca la pura y valiente Mina. Son los representantes del bien, los enviados de Dios para proporcionar al demonio el descanso eterno. Las armas de estos héroes no solo son elementos religiosos (cruces y hostias consagradas), sino también las supersticiones y el saber popular, así como la tecnología más puntera de la época. La unión de estos tres elementos, en apariencia incompatibles, es sin duda curiosa; pero más curioso es lo acertada que resulta, como si todos los elementos se unieran para eliminar al mal de raíz.



El vampiro, obra de Edvard Munch

Espero que disfrutéis, si no lo habéis hecho ya, de la novela más veces adaptada al cine y catalogada por Oscar Wilde como “la  novela más hermosa jamás escrita”. 

2 comentarios:

  1. ¿De modo que el gran Wilde calificaba "Drácula" como "la novela más hermosa jamás escrita"? Pues si lo dice él, va a misa.

    Llevaba tiempo queriendo hincarle el diente (chiste pésimo, lo sé) a este libro, desde el verano pasado. Pero ahora que sé que Mr. Wilde le dedicaba semejantes alabanzas, sé que no me lo puedo perder por ningún motivo.

    ¡A mi lista de futuras lecturas pero ya!

    Palabra de confirmación: repaco. Paco, paco, paco...

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  2. Drácula es sin duda una novela para la historia. La forma en la que aparece la narración, en modo epistolar, ayuda a hundirte más en el misterio que envuelve la trama.

    Da la impresión de que esas cartas, informes y documentos te están llegando desde algún lugar lejano, involucrándote en la historia como uno más del equipo.

    Al menos esa fe la impresión que a mí me dio, bastante contraria a la de aquellos que lo consideraban aburrido por esas mismas razones.

    En definitiva, aconsejo a todo aquel que disfrute de la novela gótica a hundirse de lleno en esta obra maestra de la literatura, no solo la de terror.


    (Lamento la tardanza, temía explayarme demasiado si lo hacía antes de Carmilla)

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