Un joven matrimonio lleva una vida apacible junto a sus
muchas mascotas, de entre las que el marido destaca al gran gato negro, Plutón.
Sin embargo, el carácter afable de este hombre cambia radicalmente a causa de
un alcoholismo cada día más severo, llegando a maltratar a su esposa y los
animales. Especialmente sádico con Plutón, acabará matándolo. Los remordimientos
lo llevarán a adoptar a un nuevo gato, sin saber que este nuevo felino será
quien le haga tocar fondo.
En El gato negro, famosísimo y aterrador relato corto del
estadounidense Edgar Allan Poe, no hay que batirse con ningún ente paranormal.
No hay almas en pena, espíritus vengativos ni monstruos aterradores. El narrador y protagonista
sin nombre, un hombre tan común y corriente como cualquier otro, será a un mismo
tiempo cazador y presa, puesto que es su propia mente perturbada la causante de
todo el horror en el que se ven envuelto tanto él como su familia.
Ilustración de Byam Shaw |
Sin embargo, este tormento no es dañino solo para la familia. La agónica culpabilidad que siente el marido llega a ser dolorosa. No cesa de lamentar sus crímenes, que han causado tanto dolor en quienes le querían y no merecían un trato así por su parte.
Es imposible no hablar de El gato negro sin mencionar el
estremecedor e hipnótico final, que proporciona una de las escenas más macabras y sorprendentes
que he tenido el placer de leer. El horror de esta escena, a un tiempo visual y
auditivo, es simplemente perfecto.
Aunque quizás lo más terrorífico sea la certeza que de que
hay mucho de verdad en este relato. Al igual que su protagonista, Poe, bebedor
en exceso, compartía con su jovencísima esposa Virgina, una gata, Caterina.
¿Cuánto ha reflejado Poe
de su vida doméstica en este relato?
Como amante de los animales en general y de los gatos en particular, debo decir que este relato me ha estremecido en lo más hondo, y más desde que vuelvo a tener gato en casa. No cabe duda de que las mascotas son fuentes de alegrías en los buenos momentos, pero también lo son de tristezas en los malos, pero Poe ha retorcido la relación amo-mascota en este relato como solo él sabe hacerlo.
ResponderEliminar¡Miau!
Amo a Allan Poe, y qué decir de este relato tan incríble que me puso de punta hasta el último de mis pelos jeje.
ResponderEliminarUn saludo!