¿Cuántas cosas existen que pueden causar terror? Hay muchas discusiones con respecto a qué arquetipo del horror inspira un mayor miedo. Discusiones por todas partes: momias, vampiros, hombres lobo, muertos vivientes, demonios... y sin embargo, estamos tan empeñados en buscar el terror en lo sobrenatural que olvidamos lo que de verdad, incluso al más aficionado a este género, puede aterrorizar.
Las pesadillas.
¿No es irónico? Estamos tan acostumbrados a centrarnos en lo sobrenatural, en lo que por lógica damos por hecho que no es sino una fantasía creada a propósito para provocarnos rechazo, que olvidamos que existen terrores nocturnos en la vida real de los que ninguno de nosotros estamos libres. Por supuesto, hay otros motivos de horror en el mundo que nos rodea: la maldad está presente en forma de cacos, agresores, asesinos... pero uno puede pasar por la vida sin encontrarse con uno de ellos. Sin embargo nadie está a salvo de tener pesadillas.
Freddy sí que me daba pesadillas |
Las pesadillas están tan presentes y son tan variadas que han inspirado varios libros e incluso hubo una serie de terror juvenil tanto televisiva como en forma de libros con ese título... uno de los íconos del terror, Freddy Krueger, se mueve entre los sueños de los jóvenes para vengarse por fechorías pasadas. Sin embargo, no es éste el personaje del que habla el relato de esta semana.
Si algo hace particular a E. F. Benson como autor del género de terror es su necesidad de explicar y desvelar llanamente y sin aspavientos el misterio que envuelve la historia. La tensión de sus personajes rara vez es compartida por el lector ya que desde el principio solemos tener una idea de qué atormenta a los protagonistas. Pero no es el caso de El rostro.
Hester Ward es una mujer sencilla, casada y con dos hijos que presume de tener una vida plena y maravillosamente feliz. No hay nada que pueda desear y sin embargo... hay una tormenta desatada en su mente. Y todo por un sencillo sueño. Durante toda su vida, siendo niña, Hester ha tenido el mismo sueño en el que recorría el mismo paisaje hasta llegar a un cementerio abandonado. Una vez ahí el sueño termina, pero solo para continuar a la noche siguiente con la aparición de un rostro que siempre le ha prometido que, cuando crezca, irá a por ella. Mucho ha pasado desde la última vez que lo tuvo, pero ahora el primer sueño ha reaparecido y teme la noche que está por llegar. Y no en vano, pues en esta ocasión el rostro le promete que pronto estarán juntos... un rostro que poco después identifica en un retrato de hace doscientos años.
No diré más, pues a partir de aquí se desarrolla todo el misterio. Reconozco que leí el libro con la seguridad de que pronto descubriría qué ocurría con aquel hombre misterioso de los sueños de Hester, para qué la quería y cuál sería el final. A menudo Benson nos deleita con finales felices, un caso extraño en los relatos de terror... pero me atrevería a decir que aquí, con este breve cuento, el autor se saltó todas las normas que caracterizan su estilo.
El retrato, al parecer, era un Van Eyck |
Y quizá sea por eso por lo que me recorrió un escalofrío cuando solo me quedó el consuelo de elucubrar sobre qué demonios había pasado en esta historia en la que todo parece tener mucho sentido y, justo al final, sientes la realidad quebrarse por completo.
Igual que al despertar de una pesadilla.
El tema de las pesadillas enlaza (vagamente) con el relato ¿Fue un sueño? que reseñé (vagamente) el año pasado. Aunque claro, con sus diferencias, ya que en el de Maupassant sí que había elementos sobrenaturales que, por lo que dices, no van mucho aquí
ResponderEliminarMe ha parecido interesante el planteamiento. Cuando salga de esta especie de crisis lectora quizás vaya a catarlo.
Precisamente al final te encuentras de cara con lo sobrenatural que, sencillamente, no te esperas. Poco a poco van introduciendo elementos que tienen una explicación lógica, aunque el ambiente se va enrareciendo cada vez más hasta desafiar toda explicación. Es bastante chocante.
EliminarHola Estefania, al igual que el anterior relato que nos acercó Violeta, este también ha conseguido captarme jaja me gusta lo sugerente y básico de su argumento, una pesadilla reiterada que es capaz de marcar la vida de una persona y su psicología. Me lo llevo anotado a ver cuando puedo acercarme ;) gracias!
ResponderEliminarMe alegro mucho, Rubén, ¡espero que cuando tengas la oportunidad de leerlo nos cuentes tus impresiones!
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