Cuando el primer libro de Stephenie Meyer cayó en mis manos, debo
reconocer que tenía una idea algo confusa sobre lo que debía esperar. Estaba
bastante perdida, desesperada en realidad, cuando me compré el primer libro de
esta conocidísima saga. Fue durante un verano en Londres con mucho tiempo libre
y nada que hacer y la mejor opción era buscar un libro para rellenar las horas
muertas. Siendo una aficionada al tema sobrenatural y más en concreto de la
figura del vampiro, la saga Crepúsculo libro llamó mi atención.
La saga al completo |
Bella Swan es una adolescente que se muda a Forks, el sombrío
pueblo de su padre. Allí conoce a los Cullen, una extraña familia caracterizada
por su belleza, juventud… y por lo esquivos que resultan con todos. Edward, el
más joven de la familia, empieza a acercarse poco a poco a Bella, atrayéndola y
a la vez exasperándola con su multitud de rarezas y secretos. Pero pronto la
protagonista comprende dos cosas: que se ha enamorado de Edward y que él la ama
tanto como desea beber su sangre. Una familia de vampiros, una manada de
hombres-lobo y el amor adolescente de un instituto entremezclados en lo que
podría ser una telenovela sin fin.
Un amor que se mira pero no se toca |
Apenas empezaba a
hacerse famoso, y tuve la sensación de que prometía. Nada más abrirlo vi que la
redacción era bastante simple, por lo que resolví que podía leerlo en descansos
y viajes. Era fácil de leer, y la historia me enganchó de inmediato… sin embargo la decepción llegó apenas terminé el primer libro. No me percaté de
que había llegado al final no solo por la sencillez de la lectura, sino porque
la estructura te mantiene durante todas las páginas esperando un nudo y un
clímax que, cuando llegan, se desarrollan en apenas diez páginas, tan
fugazmente que terminas el libro pensando que te has saltado algo importante.
Al comienzo no le di importancia, supuse que era normal al
ser el primer libro de una saga, y que a partir de ahí todo se iría animando
mucho más… pero entonces llegó el segundo libro y una vez más encontré el mismo
problema. Así durante todos los tomos de la saga, con esa extraña sensación de
estar leyendo una introducción de quinientas páginas que te llevan a un
desarrollo de los acontecimientos bastante cogido por pinzas y que culmina
rápidamente, como si la autora sufriera demasiado con los problemas de los
protagonistas para prolongarlos demasiado.
Hombres-lobo descamisados para amenizar la historia |
No quiero entrar en el debate sobre el cambio que la figura
del vampiro sufre en esta obra, ya que creo que eso es un debate diferente,
pero debo añadir que los personajes que aparecen en la novela son tan sumamente
planos que prácticamente vienen definidos por el superpoder que venga atribuido
a su condición sobrenatural. Por otro lado, los seres humanos son criaturas
insignificantes, da la impresión de que nuestra única oportunidad para
sobrevivir en este mundo viene dada por la protección que, a escondidas, nos ofrecen
otras criaturas que desconocemos. La protagonista es el más claro ejemplo del
patetismo con el que se representa al ser humano, tanto que su única función es
mantenerse cerca de su amado o sufrir en su ausencia.
Por desgracia es un libro que carece de mayor profundidad,
algo que se echa de menos en cualquier novela, pero más en una novela para
adolescentes que además ha tenido tanto éxito. Es, en definitiva, como
encontrarte con tu dulce favorito y después darte cuenta de que es de
producción industrial. La parte buena es que al menos mucha gente ha vuelto a
interesarse por la lectura a partir de este tipo de libros, pero pienso que
podrían haberle sacado mucho más jugo a la historia.