jueves, 9 de octubre de 2014

El hombre de arena

El hombre de arena, también conocido como Sandman, es un personaje de la mitología céltica que ha inspirado innumerables obras. Novelas gráficas, canciones y... relatos. En esta última clasificación entra la obra de E.T.A. Hoffmann, incluída dentro de sus Cuentos nocturnos.

Portada de la edición de Valdemar
Narra la historia de Nathanael, un joven estudiante que vivió una experiencia traumática de niño. Su nodriza solía asustarle con la historia del hombre de arena, que atacaba a los niños que no se dormían temprano echando arena sobre sus ojos hasta hacerlos sangrar y arrancárselos, alimentando con ellos a sus propios hijos. El pobre Nathanael llegó a creer, tras un desafortunado accidente en una noche febril, que el hombre de arena asesinó a su padre. Ahora, sin embargo, ha crecido y tiene otras cosas en la cabeza, como el hecho de que a pesar de estar comprometido con Clara, la hermana de su mejor amigo, se siente atraído por Olimpia, la hija de Spallanzani, su profesor.

La nodriza de Nathanael
Siempre he pensado que el formato ideal para la literatura de terror, es el relato y no la novela. Con una novela nos vemos en la libertad e incluso, debido a su extensión, en la obligación de interrumpir la lectura por periodos más o menos largos, aunque solo sea para comer o irse a la cama a dormir de una vez por todas a pesar de lo enganchados que estemos a la historia. Esto hace que la tensión se interrumpa y deba volver a retomarse más tarde, cosa que resulta difícil, siempre tardamos un poco en poder volver a meternos de lleno en el argumento y su atmósfera de misterio. En un relato esto no pasa, se mantiene la tensión continua, in crescendo, hasta que te dan un golpe final que te deja temblando.

Como podéis ver por esta explicación, ya tenía altas expectativas sobre El hombre de arena, y aún más solo por pertenecer al gran maestro del romanticismo negro alemán, pero la lectura se me hizo mucho más fascinante de lo que esperaba. 

La figura del hombre de arena es la principal responsable de mi entusiasmo por este relato. Hasta el final tenemos la duda de si es real o solo un producto de la imaginación de Nathanael, y eso ya es suficiente para dar escalofríos. Sin embargo, este personaje proviene de la fábula de un amigable hombrecillo que ayuda a que los niños tengan sueños hermosos al esparcir arena sobre sus ojos... la sensación de ver transformada una figura amable en algo tan grotesco hace sea mucho más siniestro que si simplemente se tratara de un monstruo de conocida crueldad. Como ese asesino en serie que "siempre saludaba", no lo ves venir.
¿Vendedor de ojos o de gafas?

La figura de Olimpia, en cambio, no me inspiró tanto terror como quizá esperaban, salvo quizá por el detalle de los ojos. Hay una obsesión latente en toda la historia con el tema de los ojos, con arrancárselos a la persona a la que pertenecen. Nathanael cree reconocer al hombre de arena en un vendedor de "ojos", que más tarde resulta ser un simple comerciante de gafas... aparentemente.

En definitiva, la habilidad de E.T.A. Hoffmann para introducirnos en la cabeza del protagonista a pesar de estar narrado por una tercera persona e introducir el estilo epistolar, es admirable. Si os gusta la literatura gótica aconsejo que le echéis un vistazo a este relato, especialmente a los que disfruten con el estilo de Edgar Allan Poe. Hoffmann no es, ni de lejos, una copia germánica de Poe, pero entra en ese mismo estilo perturbador y hermoso a un tiempo.


2 comentarios:

  1. ¡Un excelente relato para iniciar el ciclo de terror! Freud consideraba a Hoffmann como el "maestro sin par de lo siniestro", y analizó con detalle este cuento en su ensayo "Lo siniestro" (1919). Un tema importante en El hombre de arena es el del autómata (Olimpia), que en ocasiones es confundido con un ser vivo. Este motivo fascinaba a Hoffmann -sobre todo los autómatas musicales-, y lo hace aparecer en otros relatos.

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    1. ¡Un fan de Hoffmann! Ya creía que era la única. En efecto, el autómata se convirtió en un recurso frecuente para él, y lo musical aún más teniendo en cuenta que Hoffmann era compositor y sus propios compañeros hicieron óperas de sus cuentos e historias. No quería comentar la verdadera naturaleza de Olimpia en el comentario para que pillara por sorpresa a quien lo lea por primera vez, y eso me limita bastante, pero aquí sí que me permito más libertad.
      ¡Muchísimas gracias por comentar!

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